Su metálica mirada, de vidriosos ojos, me miran a diario. Se dirige a mí como exigiéndome atención. Es esta manía mía de humanizar los objetos con los que convivo.
Junto a la puerta de casa, pasa los días y las noches el cuerpo de un vehículo todoterreno...Un Land-Rover con más años que nadie. Sí, es viejito...la chapa presenta arrugas por doquier y ha perdido mucho lustre...¡¡Ay, los años que nos arrugan sin remedio!!
Mi padre es el dueño. Hace años que lo compró, pero el no condujo nunca. Éso lo hacemos sus hijos. El señor al que se lo recogió, ya mayor también, no podía manejarlo -No tiene dirección asistida y es bastante básico en sus palancas.
Ayer, por la tarde, cuando salimos a dar un paseo por los alrededores de la casa, nos acercamos mi padre y yo al vehículo. La mirada perdida de mi padre sigue viéndolo tal como era y lo recuerda en los días de faena en el campo; rodando por entre los olivos; cargando el fruto verde de las aceitunas, o el maduro para el aceite; o recogiendo la leña para el hogar. De mi padre heredé su espíritu animista, porque suele hablarle al cuerpo de aluminio y chapa como si de una persona se tratara:
-¡¡Ay, pobrecito, que nadie se acuerda de él!! - Eso se lo dice para que yo me sienta culpable por no ir más a menudo al campo. Por si mi padre fuera, todo mi ocio lo dedicaría al campo; porque siempre hay mucho que hacer.
A los olivos le tiene un cariño especial. En los últimos años, agradecía tanto que lo acercáramos a ellos que, al bajarse de Land, lo primero que hacía era besar las ramas y dedicarles algunas palabras de cariño.
Esta mañana, muy tempranito, me dispuse a montar en él. Como digo, es algo incómodo, pero a todo se acostumbra uno. Puse el contacto y arranqué sin problemas. Él me respondió con su ya acostumbrada ronquera, al tiempo que expulsaba los humores que guardaba por el tubo de escape.
-¡¡Ay, diossss...que tendré que ingresarlo de nuevo!! No llegará a la revisión del otoño. -Me digo para mis adentros.
Confío en su resistencia de hierro y lo dejo correr. Por el camino sigue protestando con sus eructos, toses y estentóreas ventosidades... Cuando se acaba el camino de asfalto, debemos tomar dirección a la finca de olivos por tierras de labor. Por ahí es donde demuestra su verdadero valor. ¿De qué sirve un vehículo todoterreno, si no es capaz de moverse por zonas inestables?
- Bien, amigo...ahora despacito y buena letra...-vuelvo a decirme y le digo también a él.
Coloco la palanca en velocidades cortas y me aventuro por la tierra suelta. Los primeros pasos son titubeantes, pues las ruedas no se agarran bien. No le piso para que acelere, lo dejo un poco a su aire. Él, que conoce sin duda el terreno, va ascendiendo lento y seguro de sí mismo. Procuro llevar el volante lo más firme que puedo y, por fin, llegamos al destino. Para que se refresque lo dejo a la sombra de una higuera con las puertas abiertas.
Mientras adecento los olivos, quito las sierpes y arranco las hierbas que molestan, el Land-Rover espera impasible y descansa. Su corazón tarda en recuperar los latidos y la sangre de su radiador va enfriándose despacito.
Llega la hora de regresar a casa, el calor aprieta y estoy empapado en sudor. El polvo de la tierra me impregna la piel y las ropas. Recojo las herramientas y vuelvo a subirme a la grupa de mi metálico amigo. Nada más arrancar, se pone a gritar....le ha saltado el claxon. Un cierto aturullamiento me desconcierta y no sé qué hacer. Acabo por pararlo de nuevo, porque algo le pasa.
-¿Qué te pasa? ...No tenía que haberte obligado a venir. -Le digo mientras abro el capó.
Como no tengo mucha idea de medicina mecánica, no puedo entender lo que le ocurre. Desconecto los cables del claxon y vuelvo al asiento del conductor. De nuevo giro la llave de contacto y arranca sin gritar.
De regreso al pueblo, por el camino polvoriento, acompañado del canto de cigarras, no puedo quitarme de la cabeza que mi todoterreno me habla en su lengua, sólo tengo que poner atención. Ahora me ha pedido que no deje de llevarlo al doctor, que no se encuentra bien.
-No te preocupes, te llevaré al mecánico sin falta. -Le prometo, mientras palmeo su espalda.
Aparcado frente a la puerta de casa, espera sin rechistar que yo cumpla mi promesa.
Esta canción va dedicada al amigo metálico, y a todos aquellos que viven con frialdad sus experiencias cotidianas.
-¿Qué te pasa? ...No tenía que haberte obligado a venir. -Le digo mientras abro el capó.
Como no tengo mucha idea de medicina mecánica, no puedo entender lo que le ocurre. Desconecto los cables del claxon y vuelvo al asiento del conductor. De nuevo giro la llave de contacto y arranca sin gritar.
De regreso al pueblo, por el camino polvoriento, acompañado del canto de cigarras, no puedo quitarme de la cabeza que mi todoterreno me habla en su lengua, sólo tengo que poner atención. Ahora me ha pedido que no deje de llevarlo al doctor, que no se encuentra bien.
-No te preocupes, te llevaré al mecánico sin falta. -Le prometo, mientras palmeo su espalda.
Aparcado frente a la puerta de casa, espera sin rechistar que yo cumpla mi promesa.
Esta canción va dedicada al amigo metálico, y a todos aquellos que viven con frialdad sus experiencias cotidianas.
17 comentarios:
Hola, amigo Mateo:
Me ha gustado leer este post sobre el Land-Rover, y es que, a veces, aparcamos las cosas, pensando que son inservibles, y sin embargo, siguen siendo muy valiosas.
Un beso.
Un estupendo relato, lleno de reconocimiento y ternura.
Un abrazo.
Curiosa y emotiva manera de interrelacionar con los objetos.
Mi furgoneta (una todoterreno sin serlo, que ha pasado por lugares que muchos 4x4 no se atreverían) se llama Furiosa. Es una campeona también.
Hacía mucho tiempo que no pasaba por aquí (en realidad, hacía muchos meses que tenía abandonado Internet) y ha sido una alegría volver a leer.
Saludos.
Ayyyy, Mateo, cuánta ternura leer este relato! Yo soy "agarrada" a las cosas viejas y me cuesta aceptar el paso del tiempo en ellas. No lo desatiendas, él todavía puede!
Un beso enorme.
STEKI.
PS: se arregló el señor youtube?
Me enternece mucho cuando hablas de tu padre.
Si vieras la pena que me dio el día que mi padre vendió el R-8, veinte años tenía el coche y como el primer día, gran parte de los recuerdos de mi infancia se fueron con él. Hoy en día los coches no son como los de antes, hoy es todo electrónica. Tu Land-Rover puede durar 100 años si lo cuidas. No dejes de llevarlo al doctor.
Un beso.
Jajajaja, ostras, Mateo, me recuerda a mi tio Joan, con su casi ruinoso landrover, xirriando, teníamos que pegar un gran golpe para cerrar las puertas...bueno, aventuras no faltarán, creo...
Muchos besos amigo! Ya volví de Menorca, 7 días de colegas, playa y siestas, libros y vida perra en el buen sentido! Felices días, todos!
En tu casa siempre encuentro una caricia para el alma.
Es precioso este texto sobre el Land.Rover, la imagen de tu padre.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
M.
Mateo, pido perdón por mi larga ausencia.
He vuelto y he leido tus relatos, que como siempre, llegan al corazón y lo endulzan.
Te mando un beso!!
Literata
Ay está precioso, yo me quiero subir y que me des una vuelta. Lindo. Sí, llévalo al mecánico.
Muy gracioso tu escrito, como si fuera una personita.
La canción no la conocía.
Abrazos amigo.
Me ha gustado mucho tu relato sobre el Land-Rover,porque a mí me pasa lo que a tí,yo también pienso que las cosas que nos rodean tienen sentimientos.Muy bonito lo que has contado.saludos
Es muy tierno, haces que con tu relato tomemos cariño a ese bonito todoterreno como si de una persona se tratara. De cualquier forma es una joya, una antigüedad de museo y encima todavía anda, aunque sea a trancas y barrancas. Yo le llevaría al doctor de medicina interna y también, un poquito, a uno de estética, quedaría de lujo.
Es una pena que casi nadie quiera dedicarle tiempo al campo, pero hay que reconocer que es un trabajo muy duro, yo recuerdo, hace ya miles de años, cuando iba con mi abuelo a trillar a la era, era muy divertido, pero a los cinco minutos ya estábamos deseando salir corriendo pues nos picaba todo el cuerpo con la paja, y esto no es lo más duro, todavía lo es más la siembra, la recolección...
Muy bonito, Mateo, un abrazo.
Se me olvidaba, preciosa canción.
Un beso.
Mateo el humanizar los objetos con los que convives te dan una dimensión mayor tanto humana como de conocimiento y vivencias que aquellos que sólo hablan con los de su género y a veces, más que hablar gritan , se pierden la belleza de escuchar el todoterreno, el tuyo en este caso, en disfrutar del camino y de su compañía y de buscar ambos la senda que os conduzca al lugar, planificado o encontrado.
Es un poco la semejanza con tu padre que ya no conduce y ama a su coche y también, si le escuchas, ronronea, renquea y con frecuencia ha de visitar al médico.
Cuando te leo siento andalucia muy cercana, una andalucía lejos de Puerto Banús, llena de vida, de recuerdos, de hombres y de vidas.
Un beso
Perdón MIL VOTOS POR ESA ESCUELA.....
Te dejo mis saludos, Mateo, ya que no tienes nada nuevo.
Un beso.
Me hiciste acordar de mi Land Rover....lo amaba...hasta que no le cambie el aceite y se quemo el motor, luego cada arreglo era tan caro que desidí cambiarlo por algo más normalito, pero era TOP.
Besos para ti.
mar
Nunca conduje uno y eso que mi tío tiene un modelo viejísimo por el que hemos traqueteado entre olivares y cerros. Es una auto insustituible, con todo el encanto de una época casi olvidada.
Y, como no, también yo soy dado a humanizar objetos.
Un abrazo.
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