martes, 5 de enero de 2010

Historias del abuelo


La tarde va cayendo por un cielo recién lavadito de la lluvia.
A la noche se llega por un camino de luces doradas, que desde las esquinas nos acompañan.
Empezarán los humeros a soltar su esencia de leña y fuego. Abajo, en el calor de los hogares, sencillas historias de gente humilde se irán consumiendo a la par que los troncos.
Un sencillo ritual tiene lugar en el incipiente invierno:
Encender la chimenea con los resecos troncos cortados la primavera pasada. Atizar el fuego hasta que los transforme en ascuas. Luego, preparar un brasero con ellas, cuidando de protegerlas con ceniza para que no se consuman pronto. Colocado el brasero bajo la mesa camilla, se arriman las sillas. Entonces comienza el abuelo su retahíla de historias...
-Os he contado lo que pasó allá por el 36 y el 37? -comenzaba a decir el abuelo.
-A ver, cuenta, cuenta...-dicen al unísono, ávidos de curiosidad, los nietos.
-Pues, veréis...

...Llevaban al cementerio a una reata de presos,... sí como si fueran mulas,... a fusilarlos.
Iba un tal Salvador, que no tenía ni 17 años. Y otros 12 más, todos muy jóvenes...
-¿Y qué habían hecho para querer matarlos?- preguntó el más pequeño de los nietos.
-Nada, eran del sindicato, iban a las asambleas, gritaban en las huelgas, algunos presenciaron algunas muertes...el atrevimiento de la juventud -añadió el abuelo.
...Los que iban a matarlos también eran jóvenes, guardias civiles recién llegados al pueblo, y hasta algún amigo de la infancia.
Fernando, que iba el último, se atrevió a decirle al que lo vigilaba:

-Primo, tú no serás capaz de matarme...eh!!!
-Calla y anda -le contestó muy serio José el de Julián.
Quién vigilaba a Salvador se apuntó voluntario a participar en las ejecuciones. Le debía un favor muy grande a la madre de Salvador, pues los mismos pechos habían amamantado a ambos. Por eso, antes de salir la reata de presos, había aflojado las ataduras de su hermano de leche.
Atados con apretados cordeles, caminaban cabizbajos. Una chica, Paquita, lloraba desconsolada con gritos compungidos, mientras caminaba atada junto a Fernando.
Hablaban en voz alta y se lamentaban de su suerte. El que iba al mando del pelotón los calló con la voz en grito...¡¡¡que no hable ni Dios!!!
José, el de Julián, era un chico tímido al que obligaron ir a aquella ejecución. Se puso la mano en la boca y se dirigió con cautela a Fernando, su vigilado:
-Yo pegaré el tiro al aire... tú, corre si quieres.
-Así lo haré, primo, y... gracias.
En el trayecto que iba del cuartel al cementerio, nadie se asomó al paso de los prisioneros.
Llegaron junto al paredón del campo santo, sólo dos confiaban en escapar.
A la voz de...¡¡APUNTEN!!...unos cerraron los ojos, Fernando y Salvador los tenían bien abiertos. Cuando sonó la esperada de...¡¡FUEGO!!...los disparos significaron la salida, atropellada, caótica, desordenada...cada uno salió por donde pudo, a todo correr.
Se desperdigaron por el campo: Fernando se lanzó por el higueral y Salvador saltando la tapia, por el extremo contrario, echando a todo correr hasta alejarse lo más posible del pueblo.
-¿Y se salvaron, abuelo?
-Ellos dos, sí...los otros ya se quedaron en el cementerio para siempre. Los enterraron en la misma fosa. De Salvador dicen que se embarcó de polizón en un barco y vivió muchos años en la Argentina, Fernando se echó al monte y fue apresado poco tiempo después.

El abuelo acabó ahí la historia y los nietos no preguntaron más.
Todavía sigue recordando el abuelo aquel día de agosto del 37 cuando, con apenas 15 años, salía del pueblo a pastorear las ovejas
y escuchó muchos disparos que provenían del cementerio.
Y contaba estos sucesos de haberlo escuchado de otros pastores mayores. No lo olvidó nunca y no quiere que se olvide en la memoria de las nuevas generaciones, porque decía:
"El pueblo que olvida su propia historia estará condenado a repetirla"

15 comentarios:

Sonia dijo...

Estremecedor relato, me ha gustado mucho, podría ser el principio de una serie de relatos ¿no te parece?.

Y muy cierta la última frase: "El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla".

Un abrazo.

LiterataRoja dijo...

Memoria vital para sobrevivir, ante tanto dolor ciclico.
Una vez escuche decir que "Las situaciones dramaticas se repiten"
Es trabajo nuestro que eso no ocurra.

Feliz año!!!!!!!

Sara Royo dijo...

La voz de los abuelos es la voz de la Historia. Y qué poco la escuchamos...
Un beso.

...flor deshilvanada dijo...

Ay que historias que me estremecen!!

Me encanta tu manera de conatrnos historias de vida :)

Te dejo un beso de año nuevo!!

Muaskkk!

María dijo...

El olor a chimenea, el recuerdo del abuelo, de aquellos tiempos pasados... nos llega a veces entre nostalgias y recuerdos.

Un placer estar aquí, Mateo.

Un beso y que los Reyes Magos te hayan dejado para el 2010 mucho amor, paz y felicidad.

Un beso.

Recomenzar dijo...

Muchacho me ha encantado tiene sabor intenso sabor..a...
historia de otros tiempos
me gusta como jugás
con las letras es hermoso ver como vamos creciendo sin crecer con nuestra mente
en esto que es bailar de a varios con sabores de letras.
Gracias por estar conmigo y Recomenzar siempre ...Cuando no venís Recomenzar te ExTraña..

besos y vino para brindar esta noche... maestro
POR VOS

SOMMER dijo...

Era la España de los años treinta, y claro, así acabó todo....

Abrazos amigo ¡¡¡¡¡

Anónimo dijo...

hola Mateo
por desgracia, en todos los pueblos de españa de aquellos años, pasaban historiias as.Por desgracia.Y esas cosas nunca pasaran al olvido mientras quede gente como tu abuelo para hacernos ver lo que paso.
Cuante razon tiene cuando dice que nunca se deberia de olvidar.
Yo no conoci a mis abuelos, pero me hubiera gustado tenerlos, y escuchar sus historias vivas hasta la muerte.
Hat que aprender de la historia, espero que nunca vuelva esa parte.
UN saludo

Alimontero dijo...

Tus relatos son tanbuenos Antonio...y me recordé de mi padre....él era muy bueno para contarnos cuentos...;-)

El pueblo podrá olvidar, la conciencia colectiva NO....

un abrazo y un placer amigo mío!

Ali

Alimontero dijo...

ups! Mateo, te cambié el nombre.. disculpa! ;-)

un abracito, si? ;-)

ali

María dijo...

Hola, Mateo:

Vengo a darte las gracias por tus cálidas palabras dejadas en mi blog, y a desearte una feliz semana.

Muchas gracias, amigo.

Un beso.

Carmen dijo...

Me pasé por aquí. Un saludo.

la_gaviota dijo...

un relato duro, una historia que guarda lagrimas, que agrieta gargantas que enlutese un tiempo de felonias y contrariedad. esperemos que aquellos tiempos de injusticia y violencia no se vivan otra vez, no asi, tan desmedidamente, por que aunque se da, siempre ya es menos que aquellas epocas, un abrazo un relato digno de ti muackk besitos.

Clarice Baricco dijo...

Historia que no se olvida. Y duele.


Abrazos y muchísimas gracias por tus lindas palabras, por hacerme sentir que el corazón no debe dejar de latir.

Beso.

irene dijo...

Malditas guerras que enfrentan a hermanos, a amigos..., siempre me pregunto ¿quién gana con ellas?, no soy capaz de comprenderlo.
Me ha hecho recordar la infancia esas escenas que relatas de los troncos en la lumbre y las ascuas en el brasero bajo la mesa camilla, son gratos recuerdos.
Muchos besos, Mateo.