miércoles, 1 de julio de 2009

Yo fui invisible


Ya sé que no me vais a creer, pero yo fui invisible, aunque sólo por unas horas.
Sucedió hace ya un año. Era a finales de junio, en uno de esos larguísimos almuerzos con que los compañeros de trabajo se empeñan en celebrar el final del curso. A la opípara comida -un día es un día- siguieron copas, y una suerte de entradas y salidas de bares, pubs, y garitos varios...
Era casi media noche y Rosita hablaba de la noche mágica de San Juan. Tomábamos la penúltima en el bar de copas de moda, ya todos un poco piripis. No sé quién pidió mi cóctel, pero me resultó extraño. De color azul turquesa, más bien tenía pinta de pócima. Lo sorbí con desconfianza, pues el sabor no acababa de gustarme. También es verdad que mi pastosa lengua no estaba para degustaciones.

Sonaban cohetes cercanos, cerca de la playa. Toda la ciudad era un bullicio festivo. Hacía una noche estupenda y las calles parecían ríos de gente.

No sé cómo, pero mis amigos habían desaparecido cuando vine a darme cuenta.

Una sensación extraña me embargaba, como si mi ánimo flotara en una nube.
Al doblar una esquina, tropecé con unos jóvenes y caí al suelo, pero iban tan distraídos que no debieron verme -esa impresión me dio.
El diseño exterior de aquella discoteca me atrajo poderosamente . Me fui acercando a la entrada. Mientras enderezaba mi cuerpo, me acomodé el pantalón y la camisa. Di las buenas noches a los dos chicarrones que guardaban la puerta, pero ni me contestaron, ni me impidieron el paso.
Ésto me mosqueó algo más, pero supuse que mi atuendo volvía a estar de moda por allí y no les llamé la atención. Estos tipos suelen tener un ojo clínico de cuidado.
Ya en la barra me empezó a preocupar que nadie me pidiera o exigiera consumir. En vista de ello y de que mi cuerpo estaba completo hasta las cejas, desistir de beber más.
En un alarde de valentía, me lancé a la pista. De nuevo esa extraña sensación de pasar desapercibido, como si no me vieran. Una chica de amplias caderas y pechos exhuberantes bailaba a mi lado, se contoneaba y movía los brazos como poseída. Seguí su contoneo con mi cuerpo, tampoco se inmutó; pero yo sí.
Por la zona de los lavabos, una figura que me resultó familiar, avanzaba hacia mí colgada de otra algo más ambigua. ¡¡Dios mío, si es mi novia!! Tragué saliva y me dije: Esta es la prueba definitiva. Me quedé inmóvil. Cuando llegaron casi a topar conmigo, me aparté, más que nada por un acto reflejo. El chico, ¿o era una chica?, al que se había colgado no apartaba sus morros del canalillo y ella iba con la mirada perdida.
- Sí, soy invisible -me dije para mí. Pero mañana la llamo y se lo cuento,...aunque será mejor que ella empiece a contarme...
Al hilo de este relato, sólo se me viene a la mente un grupo musical: Los incombustibles chicos, malagueños por más señas, de "Danza Invisible".
Por cierto, este verano, por las fiestas, actuarán en mi pueblo, entre el 24 y el 26 de julio.
Estáis todos invitados.

18 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

jajaja...pues si...con esa copa eh? jajaja
Simpático relato.

Abrazos.

PD. Si, soy una romántica. Y el libro te gustará.

Sonia dijo...

Interesante relato, a quien no le gustaría ser invisible en alguna ocasión...

Me encanta Danza Invisible, cuando yo estudiaba en el instituto ellos estaban en la universidad y siempre me los encontraba por la zona de El Ejido.

Que lo pases bien en las fiestas de tu pueblo.

Besos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Mateo...

Así son las cosas de la vida, a veces no somos nada para nadie, pasamos completamente desaprcibidos.

Leyendo las "Cartas que nunnca escribí", llegué hasta tu blog.

Buen relato,

Cordial saludo.

María dijo...

¿Y como te sentiste en ese momento que fuiste invisible? jajaja, oye a mi me encantaría ser en algún momento invisible, y poder entrar en cualquier lugar, y estar al lado de quién quisiera.

Lo malo es cuando alguien se siente invisible porque se siente ignorado, eso es lo peor, como si no fueras nadie.

Me encantó tu escrito.

Un beso.

Sara Royo dijo...

A veces me gustaría ser invisible del todo... Estupendo relato.
Besicos.

Pablo Rodríguez Burón dijo...

Te vi con el sombrero en los comnetarios de otro blog y me vine para acá. Un placer leerte. Un saludo

Recomenzar dijo...

Tu escrito creado poeticamente esta vez diferente de todos... bello.. tus letras de escritor se van redondeando en el intento descubriendo facetas en vos... que no conocias Ya ves cambiamos minuto a minuto y si vas a mi texto te darás cuenta que lo que fue ayer... no es nada ya que la vida esta hecha de momentos que pintamos con la mente el sexo la tristeza lágrimas pasión en el intento de renovar nuestros momentos y a eso se le llama

vivir Mateo que es lo que nosotros lo bloggers estamos haciendo..
Desnudando nuestro andar sin conocernos

Recomenzar dijo...

gracias mateo por tus siempre palabras de siempre

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Lo de ser invisible en una barra me sucede a mí y eso que soy alto.

Lo del baile como que no, ahí creo que me miran todos.

Muy original y fresco el relato. Me ha dejado una sonrisa muy saludable.

Un abrazo.

Patricia dijo...

Que lindo relato, como desearia ser invisible en muchas ocasiones pero como lo describes al final uno se siente ignorado (cuando quiere ser visto je je)
Lindo blog,
saludos,

Rubentxo dijo...

Hola, Mateo.
Me gustó mucho tu relato.
Fíjate que al final, incluso ser invisible para los demás puede tener sus ventajas.
Saludos!

María dijo...

No has escrito nada nuevo, pero te dejo mis saludos, deseando volver a leerte.

Un beso.

zel dijo...

Bueno, un dia de estos te cuento cuando yo fuí perro, sí, tal como lo lees, perro y faldero... Un beso!

zel dijo...

Bueno, y además, lo supe porqué me reconoció mi antigua dueña....jejejeje....

Steki dijo...

Estaría bueno ser invisible alguna vez. Se me ocurren algunas travesuras, jeje.
Lindísimo tu relato y la música también, amigo pandillero.
Que tengas un lindo fin de semana!
BACI, STEKI.

Elena dijo...

Hola!! Pasaba para saludarte y desearte un feliz verano. Me ha gustado el relato, es muy ingenioso. Y Danza Invisible era uno de mis grupos favoritos cuando era quinceañera. ¡Qué recuerdos! Supongo que irás a verlos, ¿no?

Un saludo y que descanses y disfrutes de los libros este verano.

"anais" dijo...

me siento identificada con muchas cosas que dices,es verdad que en muchas ocaciones,te "hacen" invisible.¡que pena,¿verdad?

necora 56 dijo...

Hola Mateo, hoy por fín y después de mucho tiempo me dispongo a navegar por tus últimos post... veo que tu actividad literaria se va consolidando y le das a todo.
Ese día, el de tu relato simplemente te habías convertido en un agujero negro jejeje. Sabes bien como maestro que enseña a sus alumnos; que para ver algo es necesario que la luz se refleje en este caso en ti y el reflejo llegue a los chicos de seguridad o a la gorda de la pista o simplemente a tu novia del relato.
Ese día tu iluminación era interna y se reflejaba hacia dentro de ti mismo por ello el efecto de refracción era evidente y por ello nadie se percató de tu presencia... lo cual contribuyó poderosamente para salvar tu reputación (dado tu eventual estado de celebraciones ...jejeje) de hombre serio y responsable.
Bueno coñas a parte me alegro de verte de nuevo, al igual que a nuestra común amiga Esperanza, que ha tomado esto de nuevo con ganas.
Un saludo de tu lector incondicional.