Recordando a Antonio Machado

El 22 de febrero se han cumplido 70 años de fallecimiento del insigne poeta Antonio Machado.

Recordarlo hoy es mi pequeño homenaje al maestro de poetas. Parece que no pasa el tiempo sobre su obra.

Aquí quiero que hablen sus versos, ellos no contarán su verdad, esa que el buscó denodadamente.

XCVII

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla

mi historia; algunos casos que recordar no quiero.

El mismo nos dejó una escueta biografía:

"Nací en Sevilla una noche de julio de 1875, en el célebre palacio de las Dueñas, sito en la calle del mismo nombre. Mis recuerdos de la ciudad natal son todos infantiles, porque a los 8 años pasé a Madrid, adonde mis padres se trasladaron, y me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza. A sus maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y juventud son madrileñas. He viajado algo por Francia y por España. En 1907 obtuve cátedra de Lengua francesa, que profesé durante cinco años en Soria. Allí me casé, allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre. Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer" 1917

"Este hombre pasó doloridamente por la vida dejándonos unas cuantas palabras verdaderas. Son sus versos desasidos y desnudos, como una tristeza que caminara. pero también nos dejó en ellos fe y esperanza. No serían si no palabras de un hombre bueno. Su retórica es muy pobre. Los recursos de que se vale, apenas si nos permiten un mínimo asidero. Y, sin embargo, rara vez en nuestra poesía se habrá encontrado un testimonio más sincero y auténtico. Porque rara vez las palabras han significado más directamente aquello que querían significar. Las palabras en carne viva, sin lienzos que la puedan ocultar." Manuel Alvar en el Prólogo a "Poesías Completas"

Su primera obra, "Soledades", adquiere su forma plena en 1907 como "Soledades. Galerías. Otros poemas" . Y la podemos adscribir al movimiento modernista español. A ella pertenece el siguiente poema:

XI

Yo voy soñando caminos

de la tarde. ¡ Las colinas

doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas..

¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero

a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.

En el corazón tenía

la espina de una pasión;

logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón."

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,

meditando. Suena el viento

en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;

y el camino que serpea

y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:

"Aguda espina dorada,

quién te pudiera sentir

en el corazón clavada."

En 1912 publica "Campos de Castilla " y los amplía en 1917, plenamente incorporado a la Generación del 98. Al final de "Campos de Castilla" Había unos "Proverbios y Cantares" que significaban la aparición de un nuevo Machado, el que ya aparecerá en "Nuevas canciones".
Quizás la forma como muchos han conocido a este poeta sea a través de cantautores, como Paco Ibáñez o J.M. Serrat.

Podemos verlo en este vídeo:

De 1926 en adelante escribió Machado diversas obras en colaboración con su hermano Manuel.

Un amor otoñal, pero al parecer muy feliz inspiró el grupo de poemas titulado "Canciones a Guiomar". Cuando se proclamó la República, se consagró a los proyectos culturales y educativos del nuevo régimen, y en el curso de la guerra permaneció en España escribiendo y dando conferencias al servicio de la causa republicana en la medida que se lo permitía su quebrantada salud. El avance final de los ejécitos nacionales le obligó por fin a salir de España, cruzó los Pirineos con su anciana madre una fría noche de enero de 1939 y fue a refugiarse en el pequeño puerto francés de Colliure. Allí murió y fue enterrado un mes más tarde, y allí siguen aún sus restos mortales.

No quisiera acabar sin mostrar el poema que, a modo de oración, le dedicó Rubén Darío:

Misterioso y silencioso

iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo

de timidez y de altivez.

Y la luz de sus pensamientos

casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo

como era hombre de buene fe.

Fuera pastor de mil leones

y de corderos a la vez.

Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.

Las maravillas de la vida

y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos

cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,

ellos le salven siempre. Amen.