Todo empezó allá por 1962, cuando mi madre me llevó una mañana soleada de septiembre -la recuerdo muy bien- al Grupo Escolar. Así se llamaba entonces al único colegio de mi pueblo. Años más tarde le dieron el nombre de "Arquitecto Sánchez Sepúlveda", debido al compromiso adquirido con el mismo, que , dicen, no cobró nada por planos y proyectos.
Cuarenta y seis años después todavía sigo aquí.
He ido olvidando sin querer muchos momentos de aquella infancia feliz, pero guardo muy presente aquel luminoso día de septiembre, con mis cuatro años recién cumplidos, que el rostro amable y sonriente de la Señorita Mari Carmen me invitaba por primera vez a pasar a la clase de párvulos.
He ido olvidando sin querer muchos momentos de aquella infancia feliz, pero guardo muy presente aquel luminoso día de septiembre, con mis cuatro años recién cumplidos, que el rostro amable y sonriente de la Señorita Mari Carmen me invitaba por primera vez a pasar a la clase de párvulos.
Muchos días me veo, en ese mismo lugar, mientras tomo un café con mis compañeros de claustro, sentado con mi babero de rayas azules alrededor de una mesita de madera y su diminuta silla.
En ella empecé a escribir mis primeras letras. Fueron días de lecturas en la cartilla, muy cerquita de mi maestra, y libretas llenas de hermosísimas letras, que juntas decían, sin salirse del renglón, lo que ella escribía y muchas veces repetía yo.
Los niños, que tan felices con las niñas compartíamos espacio e ilusión, fuimos de ellas separados en los años que siguieron de escolarización. Y, en el piso de arriba, por un parecido corredor de ladrillos blancos y negros, desfilé con otros como yo, a veces dando botes, cuando nadie nos vigilaba, haciéndoles retumbar el techo a las niñas en el piso inferior.
¡Qué vergüenza, cuando nos mandaban dar un recado o llevar algo a las maestras! las orejas encendidas, la mirada gacha; así atravesábamos la clase de las niñas de "lazos azules" con las risitas de ellas clavadas en la espalda.
Y pasaron los días en las clases, con las energías contenidas por temor al duro castigo que recibían los infractores de rígidas normas impuestas por la disciplina, necesaria en aquellos tiempos, donde escaseaban los recursos, pero sobraban la buena voluntad y abnegación de los maestros.
Como pasaron lentamente los años entre tablas de multiplicar, ristras de cuentas, oraciones, catecismo y pasajes de memoria, que aprendíamos de aquellos gruesos, tristes y grises librotes, que contenían todo lo que se podía y era obligado aprender.
Terminando la etapa escolar, pocos podían seguir estudiando; pero en mi pueblo tuvimos mucha suerte. A finales de los años 60, un grupo de maestros y maestras, capitaneados por el joven cura recién llegado, revolucionaron la enseñanza dándole un giro extraordinario. Se creó el Colegio Libre Adoptado , que fundó el párroco, con sede en los salones aledaños a la iglesia. También allí se estableció el "Club Parroquial", donde los jóvenes despertaron a la música y al baile, tan restringido hasta entonces.
Una combinación perfecta de horas de estudio y clases impartidas por los mismos maestros del Colegio, cuando acababan su jornada, dio un resultado satisfactorio: Numerosos alumnos y alumnas del pueblo pudimos empezar los estudios de Bachillerato sin tener que desplazarnos decenas de kilómetros, con lo que ello suponía de ahorro económico para una mayoría de familias humildes, que de otra forma nunca podrían permitírselo.
Sólo unos años pudo mantenerse ese sistema académico. No quedó más remedio que trasladarse a un Instituto. Con ayudas y becas, muchos pudimos acabar estudios universitarios. Algunos, como yo, cumplimos el sueño de ser maestros de escuela. Desde esta privilegiada profesión, mucho menos valorada hoy en día, no podemos menos que devolver todo el bien que otros antes hicieron por nosotros, sin esperar otra recompensa que la de poder ver algún alumno siguiendo el mismo camino.
Sea este mi humilde homenaje a tantos maestros y maestras que dedicaron su vida a la educación y formación de generaciones.
9 comentarios:
preciosos recuerdos los tuyos, y bonito homenaje que haces a esos profesores que si tenian vocacion por lo que hacian.Es verdad que ahora no se tiene tanta como antes...hay un dicho popular que dice..pasas mas hambre que un maestro !!! y si que parece ser que antes cobraban poco y a veces incluso, solo impartian clase por una casa y una comida, eso si que era vocacion.Yo,como sabras, por mis comentarios, no vivi esas cosas, la enseñanza en el extranjero como Belgica era mas adelantada en todo que aqui.
Pero si quiero recordar que con 4 años, antes de irnos a Bruselas, me llevaba mi madre a casa de una maestra que incluso nos llevabamos un banquito de esos bajos, que nos volviamos a llevar de nuevo a casa a diario.Pero mis recuerdos de aquello entonces son muy vagos.Por suerte,(creo que fue, suerte) tuve otra educacion distinta a la que por aquella epoca se impartia aqui.Pero ya veo, que a pesar de todo,mucha gente como tu, guarda muy gratos recuerdos.
Un saludo
Pumuky
Un relato muy tierno y muy bonito. Creo que todos recordamos a ese maestro que nos causó nuestra mayor impresión en la primaria y recordamos nuestros colegios con dulzura.
Un saludo.
Que tierna manera de homenajear Mat ¿Me puedo colgar coletas azules y enamorarme del tímido muchachito que eras, solo por esta mañana?
Precioso relato, esta vez te superaste a ti mismo. Me llevaste a mi viejo también grupo escolar, de grandes samanes y enormes patios de juego, del que tuve que migrar por aquellas cosas que los niños no sabemos.
Muchos besos. No nos hagas esperar tanto por más.
Hola primo,bonita tu historia de como te hiciste( y te hicieron) maestro( que me gusta más que profesor) en verdad, hace reflexionar a los que como yo,tuvimos muy fácil el hacer una carrera universitaria.
Saludos para tu mujer y la niña!
Mariela
Hola Mat, creo que a la vista de tu relato-homenaje a aquellas personas, que durante épocas muy difíciles lo han dado todo a cambio de la satisfacción de formar cultural y moralmente a montón de generaciones de españoles (aunque hoy en dia no se lleve mucho la palabra), no tengo mucho más que añadir.
Como dice Pumuky con el dicho de los posibles económicos de los maestros de la época; no es que pasaran hambre, simplemente que con aquellos sueldos no se hacían milagros.
Creo que todos los que hemos pasado por aquellas escuelas unitarias, recordamos con cariño al maestro/a, que a diario se esforzaba por conseguir que avanzáramos poco a poco en el conocimiento de las cosas y de los números, con el fin de prepararnos para el exámen de ingreso que en aquel momento marcaba un punto de partida en un camino que no todos podían recorrer.
En este tema como bien dices Mat, la Iglesia y mas en particular algunos de sus miembros, tuvieron un papel importante en la formación de personas, que de otra manera no hubiesen tenido ni la mas mínima oportunidad de progresar culturalmente por falta de recursos.
Se nos olvida a veces también la labor realizada por los Seminarios, en donde miles de personas con pocos recursos económicos estudiaron bachillerato, para acceder posteriormente a la Universidad.
En definitiva... mi "maestro" tiene la imagen dentro de mi mente y sin esfuerzo, a pesar de los años transcurridos, puedo verlo y escucharlo; eso no me ocurre con las docenas de profesores que posteriormente he tenido.
Mat creo sinceramente que tienes una de las profesiones mas bonitas y que reportan mayores satisfacciones; especialmente cuando ya señores de 25 o 30 años te visitan en el grupo escolar y recuerdan los "chorreos" que seguramente les pegabas cuando intentaban "pasar ampliamente".
Por eso el maestro, no produce una rentabilidad física como una empresa con un "producto final acabado", que se pueda incluir en el PIB; sino ciudadanos con una preparación social, cultural y tecnológica, que son el motor del pais.
Este tipo de maestros sacan lo mejor de cada uno.
Creo que la carrera de maestro es de las más nobles. Muy lindo recuerdo escribiste, pero sobre todo, lindo que seguiste los pasos para enseñar a otros dar nuevos pasos.
Felicidades.
Abrazos.
Que relato tan tierno y que alegria produce que alguien esté contento con lo que ha sido su vida y con lo que ha hecho de ella. Con el frio que hace en los madriles te prometo que me ha llegado una brisilla de primavera que paqué te cuento. Felicidades compañero y ¡gracias!
me ha gustado mucho ese pequeño relato que haces del maestro,un trabajo tan dificil y tan poco valorado hoy en dia ¡felicitaciones maestro!
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