viernes, 4 de enero de 2013

Nubes solitarias

            I.
Bajo el estrellado cielo,
alfombras de nubes.
Y en los abismos
terrenos, sentimientos infames.

         II.
Quiere la noche
cerrarle los ojos
al que sólo vive de sueños.

Y quiere el que sueña
vivir en una noche eterna,
y que nunca amanezca.



                        III.
Ha salido al camino el soñador impenitente
en busca de una respuesta.
En su desesperación, cree encontrar una luz
y camina hacia ella.
Aunque se hace largo y duro el camino,
espera la noche amiga que lo reconforte.
A ella le cuenta sus cuitas,
de ella espera recobrar las fuerzas.

Y nació esta historia...
                       
Bonita caminaba aquella mañana subida en negros zapatos de oferta.
Resonaba su taconeo en los umbríos muros de las callejas. Pero pronto deja su andar resuelto, porque los dichosos zapatos le martirizan sin piedad. 
-¡Ay! No será razón de ir descalza, se dijo. ¡¡El suelo está tan frío tan temprano!!. 
Aunque duda, no llega a hacerlo, sólo aminora el paso y pisa con firmeza. Por si acaso, lleva tiritas en el bolso.
En la parada del autobús, un posible viajero. Estaba acurrucado, tal vez dormido, en un extremo del banco. Por eso se quedó fuera de la marquesina, era demasiado miedosa y le asustaba encontrarse con cualquier extraño. 
El autobús llegó como siempre, con retraso. Se fue acercando lentamente a la portezuela, pero aquel bulto, que parecía un hombre, no se inmutaba. Pero, fue poner un pie en el primer peldaño y ya tenía detrás aquella sombra. Eso la puso tan nerviosa que a punto estuvo de tropezar y darse de bruces con  el conductor.
Salió más o menos resuelta del trance, cogió su billete y ocupó un asiento libre que no tenía acompañante. Entonces lo pudo ver. La sombra era un chico de unos treinta, alto, desgarbado y con melena... Iba, eso sí, desaliñado, y su mirada denotaba que la noche no la dedicó al descanso. Cuando llegó a su altura, se sentó en los asientos que justo tenía enfrente de ella, a su derecha. Esto la inquietó y durante el viaje no dejó de mirarle de soslayo.
Ya en el andén, Bonita se apresura en salir deprisa de allí, pero de nuevo los zapatos, demasiado altos para ella, demasiado baratos, le aprietan y le hacen daño. Tiene que ir más despacio y así es como vuelve a ver al chico desaliñado del autobús. Necesita colocarse una tirita sobre la sobadura del pie derecho. En ese menester está, cuando alguien le dice:
-Hola, bonita,  ¿puedes ayudarme?
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Ah! ¿Te llamas Bonita? Bonito nombre, sí.
-¿Pero como puedo ayudarte?
-Es muy fácil, ya verás. Sólo tienes que dejar este sobre en la dirección que te voy a indicar. ¿Serás capaz de hacerlo?
-Sí, claro... ¿Y por qué no lo puedes llevar tú?
-No te lo puedo explicar ahora. Vas allí, entregas el sobre y recoges un paquetito. Yo te esperaré en el bar de ahí enfrente y te ganas un dinerito.
Bonita, que siempre está sin un chavo que gastarse en el mercadillo, se vio tentada de aceptar la oferta. Pero no pudo menos que ser algo prudente al preguntar:
-¿No habrá ningún peligro, verdad?¿No me meteré en un lío? 
-No, Bonita, no. Sólo eres mi paloma mensajera y llevas la respuesta a todas las preguntas. Siempre lo hago así, con otras chicas como tú.


Ella acepta, se fía de él. No sabe por qué, pero coge el sobre y lo guarda en el bolso. 
Cuando llama al portero electrónico y una voz le pregunta...¿Quién eres?, es cuando le entra verdadero pánico. No sabe qué contestar, sólo dice...traigo un sobre. Sube, le contestan. Y ella obedece. Temblorosa y torpe coge el ascensor, se rompe una uña y la puerta la golpea como si quisieran encerrarla allí. 
- Traigo este sobre -dijo en el momento en que un tipo malencarado le abrió la puerta.
- Pasa, bonita...Ponte cómoda.
Pero nada más incómodo que un piso oscuro y tétrico como aquel. Además maloliente y cochambroso. 
-¿Qué gentuza habrá aquí? -se pregunta, Bonita. 
Y no tarda en saberlo bien, porque los ojos y las manos del tipo que le abrió la puerta vinieron rápido a demostrárselo. La coge fuerte del brazo y con una voz de mala leche le suelta:
-Oye, bonita, tú nunca has estado aquí, ¿me has entendido?. Toma y guarda esto... Y te largas cagando leches.
Bonita no se lo piensa y sale de allí escaleras abajo, no mira para atrás y acaba tropezando y rompiéndose los tacones al salir a la calle.
En el bar estaba el chico esperándola:
-¿Qué quieres tomar? -le dice con una media sonrisa en la boca.
-Toma tu paquetito y...¿qué me ibas a dar?
-¡¡¡Ahhh!!! Clarooo, siiii, siiii...¿Qué tal 50 euracos?
Venga, suelta...que me largo de aquí.
- Aquí tienes...¿Qué te ha pasado, parece que hubieras visto al diablo?
-¿Qué contenía el paquete? ¿Y qué tipos eran esos? Porque he pasado más miedo que en toda mi vida.
- ¡¡Bahhh!! Son buenos chicos. Un poco melodramáticos y teatreros, pero es normal...se dedican a eso.
-¿Cómo,... a qué se dedican?
- Bueno, Bonita, perdona que te haya utilizado. Sólo has llevado una copia de mi última novela. Ellos me la editan y la venden por internet. Y lo que contiene el paquetito es el pago por adelantado. Parece que les va bien el negocio y les gusta lo que escribo, ya es la quinta que les mando.
- ¿Y toda esta pantomima conmigo?
-Bueno, desde que te vi pensé...Esta chica va a ser la prota de mi nueva novela, ¿te importa?
- ¡Estoooo, noooo...qué me va a importar!
- Anda pide un refresco y charlamos, ¿qué te parece?
- ¡Valeee! Pero, luego, me acompañarás a comprarme unos zapatos nuevos.
- Será un placer, Bonita.









7 comentarios:

Recomenzar dijo...

te vi en el blog de Mario
Cuantos recuerdos desaparecido
sigues escribiendo tan lindo brindo por vos mañana es Reyes

ana dijo...

algunas de tus narraciones, parecen que han ocurrido de verdad.¡Que buena imaginación!

Anónimo dijo...

Hola Mateo,
Un final muy inesperado. Un caminar difícil para quien quiera publicar. Ambos, mundos pueden ser confundidos. El que primero se adivina con el encargo que lleva Bonita, el sobre y el paquetito y luego el real. El que tú nos cuentas.
¡Qué no deje el soñador de caminar en busca de respuesta!
Gracias por tu comentario.
Besos,

MAR dijo...

Bajo el estrellado cielo,
alfombras de nubes.
Y en los abismos
terrenos, sentimientos infames.
Quiere la noche
cerrarle los ojos
al que sólo vive de sueños.

Y quiere el que sueña
vivir en una noche eterna,
y que nunca amanezca
Ha salido al camino el soñador impenitente
en busca de una respuesta.

En su desesperación, cree encontrar una luz
y camina hacia ella.
Aunque se hace largo y duro el camino,
espera la noche amiga que lo reconforte.
A ella le cuenta sus cuitas,
de ella espera recobrar las fuerzas.

PRECIOSO!!!!!!!!!!!
TU LO CREASTE?
Mis felicitaciones.
Cariños.
mar

balamgo dijo...

Hola Mateo,
Me alegro verte por aquí de nuevo,es un verdadero placer. Espero que blogger no nos juegue otra mala pasada.
Abrazos.

María dijo...

Cuánto me alegra tu visita a mi blog, Mateo, espero que te encuentres bien, hacía tiempo que no nos leíamos.

Un beso.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Me ha gustado mucho, inesperado el final, quien más quien menos sospechaba de un asunto de drogas en el que usaban a la chica.

Me gusta como afinas en el pensamiento de la chica.

Un abrazo, un placer leerte, los poemas me gustaron todos.