viernes, 6 de abril de 2012

Brotes de primavera


La primavera amaneció en el almanaque; pero no, aún no ha llegado para quedarse. La luna menguante deberá hundirse en su lecho de sombras para resurgir de nuevo. Entonces habrá primavera.
Lo saben los árboles, que esconden sus brotes en las protectoras ramas. Lo saben pájaros, reptiles y demás bestias, que tímidamente otean señales en el horizonte. Lo saben los viejos del lugar, que recuerdan cómo cada año el renacimiento viene a coincidir con la explosión de júbilo pasional de la Semana Santa.

 
Lo sabían, hace siglos, los sabios de entonces, gurús del misticismo y sacerdotes de lo divino, que establecieron per seculam seculorum que todas las primaveras había que andar buscando escaleras para subir a la cruz.


No lo sabía aquel niño que se agitaba con el primer atisbo primaveral. Lo sabía Ana "la Cruz", su madre, que el viernes de Dolores, una semana antes del plenilunio, inundaba la casa de culinarios olores, arroz con leche y canela, tortillitas de bacalao y potaje de garbanzos... Esos condumios eran el anuncio de la llegada de unos días diferentes, de asueto, sin tener que ir al colegio; días de juegos en la calle y saetas en la radio, de tronos en la calle; de olores a romero, olores a cera y a incienso.






Muchos jueves santo,desde hace mucho tiempo, el cristo amarrado a la columna está en la calle. Pero recuerdo muy fielmente aquel año en que negros nubarrones presagiaban una lluvia cierta.Y eso suponía que no sacarían los tronos.

Yo no tendría ni diez años y ya me tiraba esa tradición semanasantera. Desde muy niño lo viví a mi alrededor. Mi madre la hacía tan especial.
Aquella tarde me temía lo peor. Con las primeras gotas me escapé a la iglesia. Allí aguardaban con todo dispuesto, pero el hermano mayor no estaba dispuesto a efectuar la salida.
-De ninguna manera, lloviendo no se sale a la calle -decía Salvador con su voz cascada, pero firme.
Tímidamente, yo pedía: " ¿y si dejara de llover...?" Pero era evidente que no iba a parar aquella insistente llovizna, por momentos aguacero...
Desconsolado, con lágrimas en los ojos, me fui a casa.., donde ya desaté mi rabia con más llanto...Allí me recibieron con disimulada sonrisa por mi inocencia. Y no pude tener mayor conformidad que las palabras tiernas de quién más me ha querido: " No llores, que el año que viene vuelve a salir la procesión...y no lloverá, ya verás"


Así ocurrió, y muchos años se volvió a repetir. Pero yo sigo recordando cada tarde de jueves santo aquella aciaga tarde que no tuve la satisfacción infantil de ver al Cristo moreno y sufriente amarrado a la columna.
Sin embargo, los viernes santo nunca fueron nublados...En todos siempre recuerdo el sol reluciente, vencedor de las nubes, hiriente en los ojos inundando de luz la ya inmensa primavera.
Porque nunca he sentido la primavera hasta que los cristos y las vírgenes no salieron a la calle a desatarla. Así lo sentí siempre y así lo sigo sintiendo. Esta noche la luna llena, blanca y redonda como pan blanco, parirá la primavera...No me creéis?...pues ya lo veréis. Y, si no, al tanto.

6 comentarios:

balamgo dijo...

Muy bonito post.
Saludos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Hoy heló aquí, lo sé porque tuve que atender a un receloso agricultor. Amaga la primavera.

Bonito, muy bonito y eso que soy muy poco "semanasantero".


Un abrazo.

Ana dijo...

muy bién descrita la primavera al igual que la s.t me he emocinado mucho.

Anónimo dijo...

Los recuerdo de semana santa en el levante -´lugar de mi adolescencia- los viví de distinta manera. Hoy día percibo la primavera mirando inclusive, las yemas en las ramas de los árboles, el estallido de color de los geraneos, pero de la semana santa que tú hablas, poco !!!
Un beso

Patricia dijo...

Una manera muy especial de recibir la primavera, y de pasar la semana santa mi querido amigo,
besos, feliz semana!!

Nuria dijo...

Y hoy 11 de mayo, estábamos a 20 grados a las 8 de la
mañana, ¿quién se ha vuelto loco?