miércoles, 13 de julio de 2011

Libre te quiero, animalito.

Busco desesperadamente una historia.
Miro a mi alrededor... y nada.
Las historias se esconden dentro de las papeleras, debajo de los bancos del paseo, tras las esquinas de la plaza...Y no se dejan ver tan fácilmente.

Quizás pasamos demasiado deprisa por encima de las cosas. Hasta puede que no reparemos en la voz que se esconde tras la mirada ansiosa del hombre que pregunta por una dirección. Tampoco yo me he parado a descubrir qué hizo llorar tan desconsoladamente al niño que abandonó su columpio.
Pienso en ello, en todo lo que no he podido ver cuando miraba. Porque hay infinitas historias si se mira con curiosidad por descubrir.., como miran los niños.



Ahí está, pensé nada más vislumbré algo que se movía unos metros delante de mi vehículo...Sí, la historia que buscaba. Un camaleón que se atrevió a cruzar la carretera... Pude esquivarlo. Di la vuelta y me volví a atraparlo.
Ah!!!... esa curiosidad infantil que nunca nos abandona, la de cazar un animalito, ya sea pájaro, rana o mariposa...¿Pero, un camaleón? nunca lo había conseguido.
Vigilante, pero lento y parsimonioso, el camaleón se escabullía por entre las matas. Lo cogí con cuidado, pero se resistió, como es natural. Sentí sus pequeñas garras de ángulo obtuso que intentaban zafarse de mi mano que lo aprisionaba.
Lo dejé bajo el asiento con la intención de llevarlo a casa. Lo solté en el jardín y ya no he vuelto a verlo.



Dicen que desapareció de improviso. Él, tan cotidiano con su cesta de la compra, paseando el carrito de bebé, charlando con unos y con otros... Por las calles que solía transitar, las más veces, más que deprisa, corriendo, ya sólo se palpaba su ausencia, como si hubieran cortado el más vistoso de los árboles del paseo.

Dicen, las más avispadas de las lenguas, que le atraparon con arte y mañas, que cayó preso de los brazos más abiertos de la vecindad. Y que pronto fue adaptando su trabajada soltería
a otro estado, el marital.
Unos años le duraba el cambio absoluto de piel, la más tranquila de las vidas... hasta que, no se
sabe qué, lo desaparecieron o él solito se esfumó.




Muy cerca de aquí, tras el seto, hace día que rebuzna este sujeto asnal. Su redomada rebeldía le hace permanecer impertérrito a todo intento de acercamiento. Sabe que no le faltará el pienso y que le cambiarán la estaca cada día. No quiere aventuras ni el efímero placer de la libertad. Es un ser domado...allá que se las busque quién hace de domador.
Los niños se le acercan, montan en su lomo o le hacen girar de una hipotética noria, por el gusto de girar. Y él se arroba de valor y ni se inmuta, se deja hacer, ya se irán con la música a otra parte, en busca de otra diversión.






Casi las alcanzo con la mano, pero inquietas se echan a volar. Del viejo nido, ahora recrecido, otro año volvieron las golondrinas a ocuparse.
Aquellas que libres volaron a tierras más cálidas en otoño, con
la primavera
y el sueño de un prometedor verano, regresaron. Adecentaron el hogar que año tras año permanece en el mismo lugar, sobre la lámpara. Hicieron las necesarias reformas y se amaron como las aves se suelen amar, luego criaron su prole...y, de nuevo, a volar.
Desde cerquita las contemplo, casi las puedo tocar; pero ellas no se dejan...Son esas cosas de la libertad.














9 comentarios:

Sonia dijo...

Puede que le salvases la vida al camaleón, quien sabe.

Ayer intenté salvar a un pajarillo de las garras de un gato pero fue misión imposible, se lo zampó.

Me alegro de tu vuelta.

Besos.

Alimontero dijo...

Qué sorpresa más linda me he llevado leerte nuevamente!
Dios como pasa el tiempo! y aqui Mateo te encuentro!
Un placer... tus relatos siempre son interesantes y particulares.

Gracias!

Ali

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Admiro tu sensibilidad y arte para explicarte. Una vez en Nerja vi un camaleón en una enredadera. Me quedé embobado viéndolo hasta el punto que lo recuerdo muy a menudo. No se dejó agarrar.

Un abrazo y gracias.

Camy dijo...

Un post en el que primero buscas desesperadamente una historia y luego las encuentras paralelas y todas con un mismo nexo de unión, el encuentro, el cariño, la ilusión y, después, de nuevo buscar la libertad, desaparecer, o empezar al revés, desaparecer y buscar luego la continuidad en lo de siempre...
Es complicado ser feliz dando vueltas siempre a la noria, pero algunos sí lo pueden ser y también para otros es tremendamente complicado ser soltado en un jardín y que nunca más les vean.
unbeso

irene dijo...

Llevo mucho tiempo apartada de este mundillo, a veces me pesan demasiado las "obligaciones", aunque esta no lo sea, en ocasiones la siento así. Quería que fueras uno de mis primeras visitas después de este parón, por lo que veo, también tú has tardado en volver a publicar, por eso seguro que me entenderás.
Leo y vuelvo.
Un abrazo, Mateo.

irene dijo...

De las cosas más sencillas se pueden sacar las historias más bellas.
La libertad es el don más preciado, para los animalitos y para las personas.
Me encanta la canción, su letra y la voz de Amancio Prada.
Muy bonitas las fotos, tengo ganas de hacer una foto a un burrito, me enternecen esos animales y, por desgracia, ya es muy difícil verlos.
Lo preguntas en tu cuadro de comentarios, me gusta mucho cómo escribes, lo digo de corazón, aunque quizá yo no sea una crítica muy válida.
Un abrazo grande, Mateo.

SOMMER dijo...

De la nada sacas mucho. Eso es ser grande.
Un abrazo amigo.

Mucha dijo...

Tus maravillosas historias

María dijo...

Tus historias siempre nos ayuda a reflexionar.

Hace tanto tiempo que no te leía, amigo...

Un beso.