sábado, 10 de abril de 2010

Todas las primaveras

Cada año renace la vida en primavera.
Y cada año, coincidiendo con la primera luna llena primaveral, vuelve a reeditarse una pasión sagrada...la Semana Santa.
Ya lo cantó el poeta.

Oh! la saeta, el cantar...
...Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz...

Hace siglos, por perentoria necesidad, la Iglesia Católica tuvo que sacar sus imágenes sagradas a la calle. El pueblo rescató así a sus dioses de nuevo. Al humanizarlos en figuras los hacía más cercanos, más terrenales.
Ya, en la Grecia antigua, los dioses del Olimpo bajaron a mezclarse con los hombres, y con las mujeres. De esas uniones nacieron semidioses, tan necesarios para ganar guerras como para mantener a las divinidades.
En la Roma cristiana, un dios único del cielo nos dejó a su hijo, otro semidios. Para hacerlo creible fue nacido de mujer -eso sí, virgen- para reinar en la tierra. Como su reino no era de este mundo, volvió al cielo. Allí sigue a la derecha del padre, gestionando nuestra salvación.

Aún hoy, en las culturas más antiguas, hereditarias de aquella religión, mantienen viva aquella creencia. Y su expresión más terrenal es la representación de la Semana Santa en la calle.




Así lo cantó Joan manuel Serrat...porque antes lo hizo poesía Antonio Machado.

Con el sol de medio día las calles se llenan de gentes. Un niño de ojos inquietos, en brazos de su madre, no quita los ojos de una imagen que se mueve como si caminara. La portan sobre los hombros, ataviados con túnicas moradas, hombres de trono. Al niño el rostro del Cristo le da miedo y se tapa la cara...Por eso, se abraza más a su madre.
Se aleja la procesión calle abajo, pero ha dejado tras de sí aromas a romero e incienso. Sólo los sones de la banda de música lo tranquilizan. Con el paso de los años, poco a cambiado en la procesión del viernes santo, el "nazareno" no ha envejecido, pero los portadores sí son otros, siempre jóvenes y fuertes. Muchos son hijos y nietos de aquellos que lo fueron antes.
Aquel niño creció a la par, pero siempre fue un espectador de esa puesta en escena; sólo que miró con curiosidad, preguntándose siempre qué movía a la gente a regresar cada año a las mismas calles para seguir la misma representación. Han pasado muchas primaveras y han cambiado muchas cosas...Se trazaron arrugas y se levantaron ojeras, mas esa tradición se mantiene inalterable. Los mismos cortejos desfilan por las calles de pueblo. Suena la música con sus nuevos sones y aquellos aromas a romero e incienso penetran más allá de los sentidos. Los mismos ojos, más cansados, vuelven a posarse en aquel rostro del Cristo. No era sólo miedo lo que de niño le hacía taparse los ojos. Era más una inexplicable turbación. Ahora, cuando lo vuelve a mirar, busca esa emoción en los rostros de la gente ensimismada...y la encuentra fácilmente. Como cada año, echa de menos las lágrimas de su madre y su emoción contenida, aquélla que se quedó prendida para siempre en él.
La Semana Santa tiene en Andalucía una escenificación peculiar. Es una fiesta y una pasión. Y vive en las almas que se conmueven con ella.
Aunque las lágrimas de emoción yo siento que las provocan las pasiones y los "calvarios" que cada uno llevamos dentro

14 comentarios:

irene dijo...

Es cierto que se vive de una forma especial por tierras andaluzas, yo la pasé en Jerez y todo se centraba alrededor de las procesiones. La gente las vive intensamente, aunque creo que la mayoría es por tradición más que por devoción. Y estoy de acuerdo contigo, en muchas ocasiones las lágrimas se deben a los calvarios que cada uno lleva dentro.
Un abrazo, Mateo.

Camy dijo...

...los calvarios que uno lleva dentro. Firmo esta frase contigo.
La semana santa respeto las creencias pero no quiere decir que participe ni esté de acuerdo.çTanto el poema de Machado como el canto con la voz de Serrat, siempre me emocionan.
Un beo

MAR dijo...

Que lindo post, yo deseo para ti millones de Primaveras dentro de tu corazón.
pd
Ando enojada con la Iglesia gr
Besos
mar

MaLena Ezcurra dijo...

Me gustan esas fiestas que amanecen en ciertos lugares de España, me gustan por tradición, más que por religión.

Muy bella emtrega, Mateo.


Te abrazo,


M.

F. Invernoz dijo...

Me gusta la alegría de la fiesta que vuelcas en el blog.

Clarice Baricco dijo...

Exacto, los calvarios que uno lleva adentro no terminan.
Acá también se celebra con tanta pasión y también con otros con tanta indiferencia. Lo cierto es un evento que no se puede olvidar.

Besos chico.

Alimontero dijo...

Querido amigo, no me olvido de tí...;-) aquí me tienes...
Estuve en Madrid para Semana Santa, venía de Trieste, Italia, luego de participar con grandes personajes de la vida científica y tambien metafísicos: Masuro Emoto, el del los cristales de agua, Amit Goswami, físico cuántico y tambien representantes nativos de Australia, USA y un metafísico, escritor peruano, quien nos compartío dela Cosmovision Andino.. un verdadero Spa del Alma...;-) LLegué cargadita de amor...
Sé que en Sevilla se viven las mas grandes procesiones... y leyéndote no me cabe duda que los calvarios aun se suceden en cada uno de nosotros... a ver cómo los trascendemos Mateo...

un gran abrazo presente!

Ali

Recomenzar dijo...

Mateo estas perdido en tus letras con destino maravilloso Se te extraña la dulzura de tus palabras
besos

MentesSueltas dijo...

Hola, paso a saludarte.

Te abrazo
MentesSueltas

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu visión de la Semana Santa.
Saludos.

Unknown dijo...

Este año la semana santa, la he vivido muy de cerca y muy completa. Momentos de tristeza y recordar a personas que ya no estan.

María dijo...

Todo pasa, Mateo, la Semana Santa ya se nos fue, ahora a esperar que vuelva el año que viene, mientras tanto, seguimos con la primavera, luz y color, espero que te encuentres bien.

Un beso.

Sandra Figueroa dijo...

Cuanta alegria primaveral en tus letras Mateo, es un gusto leerte y saludarte amigo, te dejo un beso, cuidate mucho.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Y tanto que se trazaron arrugas y se levantaron ojeras. Sin duda. :-)

Cuando no estemos esa tradición se mantendrá con pocas variaciones.

Siempre me ha maravillado esa metamorfosis que hace que un camionero blasfemante se torne por mor de la Semana Santa en un costalero emotivo.

Pese a la importancia que concedo a estas costumbres soy poco de Semana Santa, llevo mi calvario dentro.

Un abrazo, querido amigo.