miércoles, 25 de noviembre de 2009

Naturaleza muerta

Sobre un simple cartón se han dejado caer papelitos de colores. Las manos inocentes de unos niños han dado vida a una naturaleza muerta.
No hace falta imaginar mucho para adentrarse en un paisaje lindo y sugerente, aunque irreal.
Al fin y al cabo, cuánto debemos a la imaginación y a los sueños. Como poco, le debemos mantener viva la ilusión por vivir.
De esto mismo, trata mi historia.

Desde su balcón veía pasar al gentío que iba y venía a diario. ¡¡Cuánto deseó bajar a ese río humano, mezclarse en su marea, notar los cuerpos rozarse..!! Pero, no, no podía ser. Desde muy pequeño estaba anclado en una silla de ruedas y sus paseos discurrían por caminos sin gente, espaciosos y vacíos. Mas él los llenaba sin dificultad.
Cada día, al salir a la calle, una aventura estaba a punto de comenzar:

Embutido en un traje metálico, se manejaba con los movimientos robotizados de aquel personaje de cómic. Los niños, al verlo, se abalanzaban sin temor sobre él. Los cogía y los volteaba con facilidad, y varios a la vez. Y sus padres sonreían gozosos de verlos divertirse así.
Su cometido, ser un héroe. Por eso no era raro verlo rescatar animales de los enormes árboles del parque, salvar de un atropello, evitar peleas....y, algo grandioso, levantar como si de una pluma se tratara el autobús que se precipitaba al borde de un abismo de rocas.


Aún no ha desayunado y ya está sentado delante del ordenador. Como cada jornada, tiene una inmensa tarea que realizar: Muchos amigos, sobre todo niños, esperan que él les anime contándole sus aventuras. Sus amigos son especiales, no pueden moverse fácilmente, la mayoría no han podido superar el drama que supone haber perdido algún familiar en un accidente de tráfico y, lo que es peor, superar el doloroso trauma de haber quedado tetrapléjico.

Atender a esa tarea nunca lo ha considerado una heroicidad.




En la visita al zoo, los pingüinos eran los más solicitados. Más en aquella ciudad donde hacía tanto calor. Los domingos eran los de más concurrencia.
Se asomaron los visitantes, variopintos pero iguales, al frío espectáculo de contemplar como unos asustados animales, igualitos, igualitos, se mostraban. No podían imaginar que eran observados por estas aves, elegantes y presumidas, con la aviesa intención de aprender de ellos y así, algún día, utilizarlos para escapar por fin.
Colocado estratégicamente entre sus congéneres, el más espigado de ellos, ya podía imitar el paso cortos de los ancianos con Alzheimer, el movimiento rígido de la cabeza de las señoras repeinadas..,pero el problema seguía siendo cómo disimular la cara de pingüino...
Entre los visitantes, un hombre de mediana edad, no podía dejar de reír para sus adentros. No sabía por qué aquel espigado pingüino le recordaba tanto a su mujer.








Adentrarse en un laberinto puede ser una manera suicida de escapar. Es que asomarse al abismo siempre atrajo a hombres y mujeres.

Una chica, tímida por su manera de desenvolverse y de mirar a la gente, guardaba oculto en lo más profundo de sus deseos un sueño:
Ser libre. Escapar de la tela de araña en la que estaba atrapada.
La casaron con un tipo vulgar y aburrido, amigo de la familia y vecino de sus padres, mucho mayor que ella y en nada parecido al príncipe azul de sus sueños.
Para distraerse, había decidido matricularse en un curso formativo para jóvenes sin trabajo.
Cada mañana salía temprano para coger el autobús. Pisar la calle suponía iniciar una aventura, pues le costaba enfrentarse a la vida. No era habitual que en el trayecto hablara con alguien, pero aquella mañana, que se había sentado cerca del conductor, sí lo hizo. Ella no se había percatado de que ese chico la miraba a través del espejo retrovisor.

- Hace frío esta mañana, ¿verdad?- le dijo casi sin atreverse a mirarla.
- Ah!... perdón?...sí,...sí que hace.
Hasta llegar a su destino la conversación fue derivando hacia temas diversos, intrascendentes la mayoría de ellos. Ese día ella se sintió muy satisfecha y no dejó de pensar en el el chico que la miró de otra forma, diferente a lo que ella estaba acostumbrada.
La escena del autobús, con la chica sentada cerca del conductor, se fue repitiendo algunos días más.
Una mañana lluviosa de lunes, el autobús iba casi vacío. Al llegar a la parada donde se bajaba ella, ya no había nadie más. El conductor, al que ya consideraba un amigo, le pidió seguir hasta la última parada, donde el cementerio municipal; a la vuelta la dejaría enfrente de su destino.
Confiada y dispuesta a seguir, asintió gustosa. Llegados al fin del trayecto, él se levantó y se le acercó. Por fin iban a tocarse en un abrazo, ansiado y deseado por ambos.
Él la abrazó fuertemente y la besó en la boca, sus manos buscaron la manera de desnudarla...Ella seguía inmóvil, petrificada, insensible....A duras penas pudo articular un NO, NO QUIERO. Pero aquel chico que ahora tenía una mirada extraña, de loco, no le hizo caso.
Ultraje, violación,... no conocía otra palabra para nombrar el horrible daño sufrido. Ni un consolador llanto podía salir de sus entrañas, sólo quería morirse. Por eso siguió tumbada junto a la puerta del cementerio.
Cuando volvió en sí, se encontraba sentada al lado de otro chico, pero este la acercaba al hospital más cercano. Eso sí, conducía un coche fúnebre, pero la devolvía del profundo pozo del laberinto donde se había perdido.

14 comentarios:

la_gaviota dijo...

muy buenos relatos, dejan ala espera de mas, un abrazo

la_gaviota dijo...

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te dejo mi canario, un besito, gracias por estar en mi blog, yo tambien me auno a tus relatos, para tratar de dar una tregua a un planeta que se ahoga y da manotazos en el agua, besitossss

Sandra Figueroa dijo...

Los relatos me llevan a reflexionar, en su contenido llevan verdades. Cosas asi suceden en este mundo donde la Naturaleza agoniza. Un gusto leerte, te dejo un beso, cuidate.

irene dijo...

Cuando estoy, por las razones que sean, con el ánimo decaído y leo cosas como estas, me avergüenzo, creo que no tengo derecho a quejarme, aunque mis problemas para mí sean grandes, no son nada comparado con los de muchas otras gentes.
Mucho ánimo, Mateo, un beso.

María dijo...

Hola, Mateo:

Hace mucho que no escribías, espero que te encuentres bien, me alegro de volver a leer un nuevo post.

Siempre es un placer leer tus posts, ha merecio la pena esperar.

Un beso y feliz fin de semana.

Sonia dijo...

Se te ha echado de menos, Mateo, espero que estés bien.

Interesantes tus relatos, voy a releer alguno que me ha dejado un poco...

Un abrazo.

MAR dijo...

Yo tasmbién muchas veces he deseado morir.
Besos par a ti llenos de cariño amigo.
mar

Hipatia dijo...

Hola Mateo:
Tu entrada me hace recordar que sobre la naturaleza muerta también crece y florece la vida.
He disfrutado mucho leyéndote. Gracias.
Un abrazo desde la Enter.

Alimontero dijo...

Vengo a saber de tí, como estás...no te he visto...y aquí me tienes: leyèndote y comprendiendo.

Tus relatos siempre me gustan, tienes una pluma que fácilmente conduces al alma del que la lee...
Me gustaría saber que estas bien...

Hoy te dejo una dulce invitaciòn a mi blog....;-)
puede que te guste...;-)

Besos
Ali

Steki dijo...

Hola, Mateo querido, compinche mio. Cómo estás? Hace mucho que no sabía nada de ti y me vine y leo unos magníficos escritos, siempre con tanta sensibilidad.
TE dejo un fuerte abrazo y que sea ésta una buena semana.
BACI, STEKI.

María dijo...

Feliz día, amigo.

Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Mateo
curiosos cuentos,los que has escrito para estas fechas,...como dice alguno de los comentarios...te invitan a reflexionar.A mi sobre todo el ultimo, que por muy triste que sea tu vida, puede ser aun peor.
A ver si otro dia, tus cuentos son algo mas alegres...
Ya te quedan pocos dias para poder disfrutar de tus vacaciones de navidad.Seguro que las aprovechas como tu sabes, con todos los preparativos que estas fechas requieren.
Saludos y cuidate

Clarice Baricco dijo...

Ternura de cuentos. El de los pinguinos me recuerda a mi hija.

Abrazos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Buenos todos. Me encanta el de los pingüinos, por esta zona central de España hace tanto frío que no me extrañaría ver uno ahora por la acera.

Muy buena la música.

Un abrazo.