viernes, 13 de febrero de 2009

Campo de soledades



Amanece un domingo cualquiera de febrero. Hace frío, todavía es invierno.
Abandono lentamente el aglomerado de casitas blancas y me refugio en el campo. Atrás quedan dormidos, aletargados, en sus hogares las gentes del pueblo.
¡Qué solo está el campo! Los silenciosos árboles callan y no dicen nada, pero una brisa suave me trae el aroma de la tierra mojada envuelta en susurros.

Atisbo en la lejanía las luces del valle. Innumerables casitas, casi juntas y esparcidas, forman una alfombra artificial sobre los campos, muchos ya abandonados, casi aniquilados, dejados de la mano de Dios.
En la cumbre, la nieve se instaló y cubrió con su manto helado la hermosa sierra. No sopla el viento del oeste y las criaturas no sufren su azote escarchado.
Los primeros cantos y trinos, que nos quitan el miedo, avisan de que todo está tranquilo.
Un camino de asfalto recorre la campiña, cual serpiente de infinito cuerpo. Por ella circulo con el ruidoso motor de mi desvencijado todoterreno. Luego tomo un acceso terrizo y me acerco a mi destino: una suerte de olivos que estamos podando. Las ramas caídas yacen a la espera de ser entregadas al fuego de hogueras, que devolveran su sustancia a la tierra en forma de cenizas, que luego esparcerá el viento.
Poco a poco asoma majestuoso el dorado sol, que trae un mensaje de esperanza, de cálido abrazo y de renovada vida.
Entre los olivos, el atrevido almendro se ha vestido de gala. Para él la primavera ha llegado antes. Sin embargo la temerosa higuera no se atreve a asomar sus yemas. Espera a la primavera verdadera.
Los olivos necesitan ser podados, quitarles las ramas más viejas y las menos productivas.
La actividad es dura. Hay que recoger las ramas podadas y cortar los tallos para echarlos al fuego, la leña más gruesa se utilizará para la chimenea en el invierno próximo, pues aún está verde.
Va ascendiendo el sol y pasa la mañana, la hoguera no deja de consumir los restos que perdieron los árboles y se amontona la leña escamondada. Aunque no escucho a nadie, a lo lejos veo ascender columnas de humo de otras quemas, pues otros como yo hacen el mismo trabajo.
No me siento a descansar. Una fruta y continuos tragos de agua me ayudan a soportar la fatiga y el calor que el trajín me provoca.
Cuando la tarde acontece, doy por terminada la jornada. Vuelvo a casa por la misma serpiente que me llevó, era gris de mañana, ahora es de dorado fulgor.
El domingo no lo dediqué a descansar, me fui a hacerle compañía al campo.

21 comentarios:

Lila dijo...

Precioso Mateo, hoy te mereces el respeto de ser nombrado como te ha puesto tu madre, eres un poeta...

Enamoras cuando escribes así, menos mal que estamos casados de lo contrario me enamoraría sola y perdida del escritor al que acabo de acompañar al campo.

Me encantas.

P.D. Yo no soy generosa, solo soy humana.

Nuria dijo...

Nunca se me hubiera ocurrido la frase final: Hacer compañía al campo. Me encanta. El que siempre da, también necesita recibir para poder dar de nuevo o para sñi mismo.
Hasta la próxima visita

Anónimo dijo...

Querido amigo Mateo, ( me permites llamarte , amigo, verdad?), eres asombroso.Aunque tu trabajo, no sea estar en una mina, es un trabajo como otro cualquiera, y trabajar, cansa, y llegan los dias de descanso y tu te dedicas a trabajar mas duro aun.Sera que te gusta el campo, dedicarle unas horas de tu semana a cuidar lo que tienes.Pero creo que el trabajo en el campo, es duro, imagino que tendras epocas que no haya mucho que hacer, pero si , otras que tendras que dedicarle bastante esfuerzo, y yo a las personas como tu, las admiro, porque podrias hacer como todo el mundo, levantarte tarde, y dedicarte a descansar.Resumiendo y en pocas palabras, eres mas del campo que un ajo porro. jejeje, te lo digo cariñosamente.Me recuerdas a un primo mio, que tambien como tu es profesor y los fines de semana, se va a su pueblo a cuidar su huerto,sus arboles, y hasta tiene colmenas, y hasta en vacaciones se va alli, dice que para que quiere irse a otro sitio, si alli, en plena naturaleza , es feliz!!! y tu tambien, en el campo, eres tambien feliz.
Eres un hombre feliz, Mateo, tienes un trabajo que amas, tu pasa tiempo, el campo que te gusta y disfrutas, tienes este pequeño rincon que tambien te hace feliz, y como no, a tu familia y demas, que te quieren.NO es facil, hoy dia, ser feliz, pero tu sencillez hace que lo seas.
Es mi opinion y lo que constato de lo poco que te conozco.
NO me enrrollo mas, que me conozco.
Un fuerte abrazo
Pumuky

Lila dijo...

Me pondré celosa de Pumuky...........................................

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Me identifico mucho contigo por lo que transmites en este escrito. Cada día me interno en un enorme jardín. Tan grande que podríamos llamar bosque. No hay nadie. Transito solo con mi cámara, rodeado de pájaros y atisbando por donde la primavera quiere mostrarse.



Un abrazo.

Anónimo dijo...

cuaquier cosa tan simple como quemar leña, lo conviertes en poesia: estoy convecida,que llegarás alto y yo me alegraré mucho ah y lo celebraremos

necora 56 dijo...

Bueno, pues el que faltaba ya está aquí; últimamente estoy algo apartado de estas actividades, pues el trabajo no me deja demasiado tiempo para el ocio y atención a los amigos.
Aunque el campo andaluz es muy diferente al gallego... para los que de alguna manera hemos tenido la suerte de conocer la vida del rural y sus costumbres, describes perfectamente lo que es y al leerte vuelve a mi mente montón de momentos de hace muchos años en los que de alguna manera participaba en las labores del campo, mas como aficionado que como parte integrante del mismo.
Tienes una gran facilidad para trasladar con palabras a los demás, tus sensaciones y experiencias.
Mat, tienes madera de escritor, no te quedes únicamente en el poeta al que hace referencia Esperanza.
Espero disfrutar con mas frecuencia de tus vivencias, plasmadas aqui de una forma tan intensa y a la vez sencilla.

zel dijo...

Alimento para el alma, amigo Mateo, ese cansancio sublime de andar en acuerdo tácito con la naturaleza, doblegando, ayudando y preparando los frutos futuros...que más podemos desear?
Besos, amigo!

zel dijo...

Y además, la sinfonía de colores!!!!

Clarice Baricco dijo...

Me relajé leyéndote. Me urge descansar así. Y eso que estoy rodeada de muchísimo verde.


Abrazos.

Mi nombre es Mucha dijo...

Cuando la tarde acontece...bello no me acordaba de la expresión Imaginate hablando todo el dia inglés se me olvidan algunas expresiones bellas. me alegro que te guste mi blog pequeño es íntimo como para pocos Pero te extraño en el otro
besos intensos

Recomenzar dijo...

Bueno soy la misma mujer que conoces...o quizás me ves diferente contame....

Mi nombre es Mucha dijo...

Cuando soñamos solos, sólo es un sueño Cuando soñamos de a dos es una realidad

besos de mañana

Un poco de todo dijo...

Permiso maestro le dejo una nota piénsela gracias. Buen texto el suyo

Formamos el equipo Steki y yo entretenemos

Mateo protege a Mucha.

Rik es el psicólogo.

Gastón escribe sobre nosotros

Roy arma la política

ADAMUS está enamorado de Mucha y el resto lo organizan ustedes...

7:49 PM

Hipatia dijo...

Cuán diferente es la serenidad que transmites tú desde ahí, a lo salvaje que me envuelve aquí.
Mi almendro -que es suyo de sí mismo, aunque yo lo planté y no ha de darme las gracias por ello- ha echado más hojas que flores (cuatro manchas blancas); los aires de aquí son una travesura furiosa, tanto que acaba confundiendo.
Cuando pongo un pie fuera de la puerta de casa me rodea un orden salvaje que, este año, se inclina sobre los bastones con los que yo los cuido. Me parte el alma verlos tan ancianos con tanta juventud por delante.
Mateo, tal y como me pintas esa hermosura... Mira que igual cojo los bártulos y me caigo con la familia y la casa por el sur...

Una preciosidad, Mateo. Consigues envolverme. Muchas gracias.
Un beso desde la Enter.

Hipatia dijo...

Cuán diferente es la serenidad que transmites tú desde ahí, a lo salvaje que me envuelve aquí.
Mi almendro -que es suyo de sí mismo, aunque yo lo planté y no ha de darme las gracias por ello- ha echado más hojas que flores (cuatro manchas blancas); los aires de aquí son una travesura furiosa, tanto que acaba confundiendo.
Cuando pongo un pie fuera de la puerta de casa me rodea un orden salvaje que, este año, se inclina sobre los bastones con los que yo los cuido. Me parte el alma verlos tan ancianos con tanta juventud por delante.
Mateo, tal y como me pintas esa hermosura... Mira que igual cojo los bártulos y me caigo con la familia y la casa por el sur...

Una preciosidad, Mateo. Consigues envolverme. Muchas gracias.
Un beso desde la Enter.

zel dijo...

Querido Mateo, arriba del todo del blog, tienes el traductor del Google, los del Gencat me daban problemas...deseo que funcione! Y dale caña, hermano, los de nuestra edad aun tenemos cuerda! Besos!

Un poco de todo dijo...

Bueno eres el guardaespaldas Mientras que Steki y yo los cómicos que entretenemos a la audiencia.Gracias

Steki dijo...

Y bueno, ya que me mencionan... acá estoy yo. Venía a saludarte, Mateo, dado que formamos parte del mismo equipo y aquí me lo encuentro también a mi amigo Star y mi adorada Mucha.
Te leo y lo que describes bien podría ser un paisaje de esta provincia de Mendoza que me cobijó hace 18 años ya. Es bellísima tu forma de describir porque realmente atrapa.
Un gusto haberme llegado hasta aquí.
Un abrazo para ti.
BACI, STEKI.

Amelie dijo...

Me había perdido esta preciosa entrada. Yo creo que todos los que hemos leido tu campo de soledades te hemos acompañado al campo a podar los olivos. Me gusta como escribes.

Un beso (con permiso de Esperanza).

MJ Torres dijo...

Buenos días, me ha gustado mucho el relato, y yo al ser yunquerana (aunque afincada casi a tiempo completo en la costa)me ha transportado a esa carretera plagada de curvas en la que se suceden los olivos, los pinos y los bellos almendros. Y al campo de mi pueblo, me ha acercado a esos trocitos de tierra que con esfuerzo nuestros abuelos consiguieron para con orgullo después repartirlos entre sus hijos.
Tu relato me ha llevado a recordar las mañanas de mi infancia, cuando los domingos amanecíamos temprano con la ilusión de pasar el día con la familia en el campo, oliendo a romero y a lavanda, comiendonos el "ato" con gusto y disfrutando del entorno privilegiado en el que nos encontramos.
Un abrazo y recuerdos a tu cuñado otro gran maestro (fue el mio hace algunos años jeje)